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José Fliman: La reunión de los 45 años

 

El recuerdo de George Garcelon cuyo espíritu, sin lugar a dudas, fue el que iluminó esta gran velada en la cual además de las anécdotas, las buenas tallas y los recuerdos que nos hermanan, surgió una forma de comunicarnos, dejando afuera nuestras apariencias triunfadoras, características de nuestra educación del Grange.

 La rueda de re- presentaciones bien moderada por Juanito, que con chispa y manejo incluso logró que Sebastián Montero no se pasara más del doble de los dos minutos con su historia sobre las momias de Chinchorro. Rodrigo Yrarrázaval que insiste en que aun no sabe leer ni escribir, (pero de que aprendió muy bien a hablar desde el alma) nos emocionó contando su realidad de la etapa escolar. La potente reaparición desde la Patagonia de Patrick Mc Clean (vive en Tierra del Fuego a 5 horas de Punta Arenas), desde donde fue “desterrado” en su infancia al internado relatándonos desde el corazón su visión sobre la inexistencia de lazos fraternales en un colegio tan eficiente en la formación educacional y en la preparación para vida laboral pero muy pobre en lo afectivo. Me hubiese gustado haber podido grabar sus palabras para volver a oírlo y apreciarlo en su totalidad. Ed Grasty desde su rol actual de educador refiriéndose a los miedos que nos congelan de niños y también nos siguen paralizando de adultos mayores. Juan Carlos González conectado con sus sentimientos desde las montañas del Cajón del Maipo, Mario Miranda que llegó de interno al colegio en primer año de Humanidades a los doce años, sin casi hablar una palabra de inglés y Mendel cuyo “hobby” es reforzar lazos de amistad.

Es muy valioso habernos contactado de esta forma, como yo no recuerdo nunca haberlo hecho en este grupo, parte tan importante de nuestra vida, sin máscaras, sin corazas, mostrando lo que realmente somos, que a esta altura de nuestra vidas es casi lo único que importa. Lo que hemos hecho, hecho está y felizmente no tenemos que probarle a nadie nuestras virtudes, ni en la cancha ni en la vida.

En los años en que nosotros éramos escolares el mundo era diferente. Desde mi propia experiencia puedo quitarle parte de la responsabilidad al colegio, ya que en las relaciones, al menos en mi casa, existían ciertos códigos de respeto y comunicación que tampoco ayudaban mucho a que en el colegio uno fuera menos apariencia y mas sentimiento. Felizmente a muchos de nosotros nos marcó el cambio que se vivió en el mundo y que tuvo su punto álgido en Mayo del 68, (pero que en Chile vivimos con cierto retraso). La mayoría nos iniciábamos en la Universidad y nos enfrentábamos a un mundo más amplio que la burbuja del Grange.

 En fin, a cada uno de nosotros nos tocó algún momento de cambio y a pesar de las idas y las vueltas, aquí estamos, Noviembre del 2012, cumpliendo cuarenta y cinco años desde que nos separamos del nido protector y juntándonos con la curiosidad del reencuentro, de saber en qué ha estado y está cada uno.

Gracias a todos por tan buena noche, buena onda, buena energía, la capacidad de Edgardo Krell de tomar la batuta en un momento difícil, al pique de Antonio Labra desde Ecuador soltando por algunos días su impresionante dique seco (quedamos a la espera de los pasajes en barco para asistir a la inauguración).

 Cuídense para que lleguemos todos los que quedamos a las próximas celebraciones, sean anuales o más seguidas como sugiere el desordenado Juan Carlos Grunwald nuestro gran anfitrión de las pasadas juntas.

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