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Cristián Skewes: Reflexiones por George Garcelon

 REFLEXIONES POR GEORGE GARCELON

Este fin de semana largo se ha vuelto el más largo del que yo tenga memoria. La razón es obvia.

Tratando de evadirme de esa clase de sentimientos que lo asaltan a uno en situaciones como ésta, cuando un suceso doloroso nos acaba de atropellar con la fuerza y la alevosía de una locomotora descontrolada, tomé hace poco rato un libro –al azar– y lo primero que leí fue una proposición algo inquietante: “Nada hay más confortable para el hombre, ni más peligroso, que las certezas”. Me puse a pensar en que casi todos los de nuestra generación nos hemos dedicado a la búsqueda de certezas de distinta índole por encargo o mandato de terceros: en la informática, la ingeniería, la banca, la medicina, el agro, el análisis económico la planificación urbana… (alguno en el Tarot), siempre estamos buscando reducir la incertidumbre propia y ajena mediante ecuaciones, algoritmos, análisis de laboratorio, diagnósticos varios.

Por esas cosas de la vida, George le brindó sus penúltimos años exactamente a lo opuesto: la casualidad, la suerte, la contingencia, la incertidumbre como forma de entretención. Antes había incursionado exitosamente (a estas alturas el apellido “Garcelon” se ha constituido en sinónimo de “éxito”) en otras ramas de la entretención como el cine, el fútbol, o la comida a domicilio, revolucionando la gestión tradicional en cada uno de estos ámbitos. Yo pienso que en lo de los casinos George acertó plenamente: lo único absolutamente seguro es la incerteza, por lo que bien vale la pena dedicarle algunos momentos en la vida a esa angustia voluntaria de pararse frente a una ruleta, instrumento del azar por la que nuestro compañero declaraba un muy especial afecto.

Quien descreemos de la fatalidad estamos experimentando una singular rebeldía ante la brusca partida de George. Inicialmente uno se pregunta los porqué y los para qué, pero ese tipo de interrogantes no tiene mucho sentido a estas alturas. Lo cierto es que el vacío producto de su ausencia, que amplía el espacio en blanco dejado por los compañeros que lo precedieron, nos pesará por mucho tiempo.

Cada uno lo recordará a su modo: Juanito Serrano, en sus oraciones; Maucho Sánchez en su altar hogareño de cada 2 de noviembre; en lo que a mí respecta, no podré ver un partido de fútbol, ver a mis nietos comer una pizza o entrar a un casino sin dedicarle un guiño cómplice a George Garcelon, esté donde esté.

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